DESCOLE EN PERROS
Ciertas tareas encomendadas a razas caninas especificas en ambientes determinados exigen que los animales carezcan de cola, y de hecho, el cuidado de los aficionados ha conseguido que este apéndice se haya reducido o falte en muchas variedades, pero en otras debe ser amputado a los pocos días del nacimiento del cachorro. Esta exigencia, que muchas personas suponen más estética que operativa, es en realidad absolutamente necesaria. Conocemos el caso de un buen cazador que adquirió un braco cuyo estándar exigía el corte del apéndice caudal pero que, sin embargo, consideró lo más 1ógico no someter al animalito a la operación, pensando que era algo antinatural desposeerle de algo que la naturaleza le había concedido, cuando el perro creció y comenzó a cazar, las terribles heridas que se produjo al rozar con su fuerte cola en las zarzas y arbustos exigieron la amputación a una edad inadecuada, con las molestias y problemas de cicatrización subsiguientes. Este ejemplo puede hacerse extensivo a otras razas, que por su temperamento, utilización y características requieren esta pequeña corrección quirúrgica.
Sea cual sea la raza que haya de ser operada, esta intervención será realizada siempre por el veterinario correspondiente, cuando los perritos cuentan solamente unos días de edad. De esta forma casi no sienten el traumatismo y su cicatrización no suele plantear ninguna dificultad. La cola 'corta' con arreglo a los estándar de dobermann, boxer, rottweiler o schnauzer, por ejemplo, se secciona entre la primera y tercera vértebras aprovechando la unión entre cualquiera de ellas. El facultativo rapa los pelillos de la zona, en primer lugar, y suministra una inyección de anestesia local. Con un bisturi afilado efectúa una incisión circular en la carne unos milímetros más arriba de la unión intervertebral para de un tajo seco, separar la misma. La sección de la arteria puede producir una leve hemorragia, que se contiene con un ligero punto de sutura. Desinfectada la herida con un antiséptico y cerrando los bordes carnosos de la misma con un punto, no suele ser necesario colocar apósitos. Tras la operación los cachorros son devueltos a la madre y únicamente deberemos vigilar el estado de la cicatriz que en pocos días se cierra completamente.
Proceder nosotros mismos a esta sencilla amputación es un error de consecuencias imprevisibles, pues en el mejor de los casos, en que no se produzcan daños irreversibles a los animalitos, podemos dejar heridas que siempre muestren el muñón, como de hecho se observa en bastantes ejemplares. La técnica del cordel para estrangular la circulación sanguínea y el posterior 'golpe de formón' debe ser desterrada, confiando siempre en un cirujano veterinario en ejercicio.
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